jueves, 6 de octubre de 2016

CARAS

La reincorporación lenta al quehacer isbiliyo diario me da una interesante perspectiva de muchas cosas. Se dijo en otra crónica que el Desafío y la competición nacional han creado vínculos muy fuertes. Quizás invisibles a los ojos de quienes lo ven a diario, más palpables a quien observa sin presión. Es mi caso, estar en otra onda me da la libertad de pensar en varias cosas a la vez, de mirar y de disfrutar de lo que hago y de lo que veo.

En la nocturna vi caras jóvenes, que ansiaban pasarlo bien, desfasar un poco y reírse. Eran caras de alegría y de jovialidad, de frescura; caras de ilusión y de solaz, una especie de día libre que supieron vivir, beber y comer una gran hornada. Allí estaba también Antonio Bermúdez, con cara de....bueno, con cara de Antonio Bermúdez. Y, a mi manera, me hicieron pasarlo bien.

La cara es el reflejo del alma. Eso lo saben hasta los hebreos, dicho en lenguaje familiar. Sí, recordad ahora la primera vez que hicisteis el amor, mantuvisteis relaciones sexuales completas o folgasteis, como queráis decirlo. ¿A qué salisteis a la calle pensando se me nota, se me nota, van a averiguar que lo he hecho? Pues bien, lo normal es que, a pesar de la cara de gilipollas que se lleva durante unos días, nadie note nada. También se ha de decir que quien sabe observar y quiere notarlo lo nota. El desfloramiento suele dar una pátina a todos. Como también la da el primer olímpico o un ironman, que es también como desflorarse.

El martes pasado hubo series. Las caras eran un poema, bonito, eso sí. Están todas enchufadas, concentradas, curtidas. Entre vosotros no lo notáis, pero cuando Samer explicó la dinámica, no hubo el descontrol de otros días. Cada uno empezó a calcular ritmos, grupos y esfuerzos. Cada uno se concentró en unos pies, una distancia y una meta. Se notaba en la cara silenciosa, seria, de prueba.

Es la cara del examen, de la oposición, del candidato que llega con los deberes hechos, en forma y preparado, del que no mira a otros sino que mira su interior y no hay fisuras, del que repasa mil veces la check list y la ve completa, y va ligero, sin tonterías. Esas caras dicen mucho y van a dar, valga la redundancia, la cara y el do de pecho a pie del Mediterráneo.

Ánimo, equipo. Queda muy poco, un último escalón, un último arreón. Con fuerza. Por la cara.

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